Mis formas
¿Cómo permanezco, me muevo, regreso y me sostengo ante la vida en mi oficio?
Dialogo interno con la Tierra
1. Habitar contigo, no solo sobre ti.
Nos pertenecemos mutuamente. Estoy aquí.
Cuando me descubro lejos o por encima, haré lo necesario para darme cuenta y regresar a este estar compartido.
2. Escucharte sin culpa ni ideal.
Tu voz está en el clima, en mis ciclos, en los cuerpos que me rodean.
Te escucho con curiosidad.
Cuando me alejo —cuando proyecto— haré lo necesario para darme cuenta, volver y escuchar lo que hay.
3. Reconocer tu autonomía.
Eres vida en sí misma, no extensión de mi especie.
Te observo con respeto, sabiendo que sabes regenerarte.
Cuando mi mirada quiera apropiarte, haré lo necesario para detenerme, darme cuenta y volver al respeto con humildad, recordando tu autonomía y la mía.
4. Dialogar antes de intervenir.
Pregunto antes de tomar.
Si planto, si muevo, si transformo, lo hago como conversación, no como imposición.
Cuando me acelere hacia el impulso que pierde elección, haré lo necesario para pausar, volver y abrir el diálogo otra vez.
5. Cuidarte desde la suficiencia.
Ni sacrificio ni indiferencia: buscar lo que sostiene el equilibrio.
Puedo descansar y cuidarte al mismo tiempo.
Cuando me vaya a los extremos, haré lo necesario para notar el desbalance y regresar a la medida que sostiene, ese punto donde ambas partes somos suficiente.
6. Cuidar mi energía como parte de tu energía.
Lo que me agota, drena mi capacidad y presencia contigo; lo que me nutre, también alimenta nuestro vínculo.
Somos un mismo sistema nervioso expandido.
Cuando me desconecte o me exceda, haré lo necesario para notarlo y regresar a tiempos que tienen sentido y realidad ante lo que vivimos.
7. Estar disponible.
No necesito anticipar el desastre para amarte.
Puedo sostener presencia, sin miedo y sin sobreprotección.
Cuando me tense hacia el control o la ausencia, haré lo necesario para elegir diferente, abrir posibilidades para un estar que esté disponible para ambas partes.
8. Aprender a confiar en tu tiempo.
No todo tiene que sanar enseguida.
Tus procesos son amplios, y yo puedo sincronizarme sin ansiedad.
Cuando quiera forzar el ritmo, haré lo necesario para notar la urgencia, sincronizarme a tu sabiduría de vida y regresar a tiempos que tienen sentido de realidad ante lo que vivimos.
9. Sostener límites propios.
Saber decir “hasta aquí” como acto de amor, no de separación.
Cuando me pierda entre presiones, excesos, lejanías o entregas desbordadas, haré lo necesario para reconocerlo y volver a un límite que nutre, encontrar el espacio en el que todo existe, aquel que contiene a la ternura.
10. Dar y recibir en justa medida.
La reciprocidad no es contabilidad, es ritmo.
Tomo cuando necesito, ofrezco cuando puedo.
Cuando mi dar o mi tomar se desajusten, cuando exijan claridad o retorno, haré lo necesario para verlo y regresar al ritmo en el que la confianza histórica de lo habitado abre el corazón y restaura mi confianza en lo que habito.
11. Cosechar.
Saber recibir, no solo dar; dejar que la gratitud tenga cuerpo.
Cuando cierre el puño o me niegue a recibir, haré lo necesario para aflojar y volver a la gratitud, el agradecimiento desde el cuerpo y el valor de saber tomar las ofrendas de la vida.
12. Celebrar lo cotidiano contigo.
No te honro solo en ceremonia; te reconozco en la taza de agua, el rayo de sol, el pan compartido.
Cuando me olvide de lo simple, haré lo necesario para mirar de nuevo y regresar a lo cotidiano como un altar que me acompaña cada día.
13. Jugar contigo.
Recordar que la curiosidad y el gozo son maneras de cuidar.
Cuando me compré demasiado mi historia, haré lo necesario para soltar y volver al juego como forma creativa para habitar de nuevo el vínculo que requiere pulsar.
14. Vivir mis duelos.
Reconocer lo que ha muerto o se perdió, sin excluirlo del campo de nuestra vida.
Cuando cierre o niegue el dolor, haré lo necesario para sentir, abrir y volver al duelo como parte del camino, honrar lo perdido para poder honrar el valor de lo existente.
15. Darle espacio al error.
Permitirme fallar sin perder la dignidad del vínculo.
Cuando me castigue o me esconda, cuando quiera castigar a otros o desaparecerlos, haré lo necesario para detenerme y volver a la dignidad que sostiene el error, el quedarse corto.
16. Habitar el misterio.
Dejar espacio a lo que no entiendo, sin querer dominarlo ni explicarlo.
Cuando me atrape el afán de claridad o control, las ganas de desmenuzar y mapearlo todo, haré lo necesario para regresar al misterio como casa abierta. Permitir el misterio y descansar en todo aquello que no sé.
17. Habitar el silencio.
Respetar los ciclos donde no hay palabras, solo escucha.
Cuando llene el espacio por miedo, costumbre o impulso, haré lo necesario para notarlo.
Me regalaré pausas y silencios que sostienen los ciclos para pulsar a ritmos que nos traen bienestar mutuo.
18. Confiar en que me sostienes.
No tengo que ganarme tu amor.
El suelo ya me sostiene, el aire ya me alimenta, ya floto en tus aguas.
Puedo relajarme contigo.
Cuando mi cuerpo se tense en desconfianza, haré lo necesario para sentir, soltar y regresar a los puntos que me reafirman como me sostienes.
19. Navegar lo incierto.
Sostenerme en lo que no sé, quedarme.
Cuando la incertidumbre me asuste o me acelere, haré lo necesario para reconocer ese movimiento y volver a todo aquello que me permite habitarme en integridad.
20. Compartir mi amor por ti en generosidad.
Estoy aquí para crecer, morir y formar parte de ti, con calma y gratitud.
Entiendo que no eres mi refugio: eres casa.
Aprendo a habitarte con sentido y servicio colectivo.
Cuando me olvide de ese servicio o me encierre en mí, haré lo necesario para verlo, quitarme importancia personal y regresar al amor que se comparte.
Trabajar tan estrechamente con la vida —con lo que repara la tierra, con lo que se fermenta, con la vid—, mirar los ecosistemas e interpretarlos, ha sido una medicina enorme para relacionarme con la vida desde un lugar que honra la mía, la de mi comunidad y la de aquello con lo que me vinculo en este proceso. Aunque es un poco personal, hoy quise compartir con la gente a la que le gusta nuestro trabajo mis respuestas ante aquello que me permite avanzar en un mundo y una realidad como la que vivimos, como la que vivo.
— Votos de cuidado a la Tierra, Natalia López, productora de vino